Recordemos que este aparato tiene la misión de aplicar descargas eléctricas para restablecer el ritmo cardiaco normal de una persona. Se aplica con éxito a las personas que han sufrido súbitamente un ataque al corazón o problemas de esta índole. La historia reciente nos muestra cómo más de un deportista ha fallecido en un campo de fútbol por no poseer este aparato y cómo se ha salvado en caso contrario. Ciertamente y a raíz de estos casos luctuosos los campos de fútbol e instalaciones deportivas han ido contando con ello, y hoy día son pocos los lugares donde no figura en el inventario.
Por ello, este convenio que dotará a los institutos del desfibrilador me parece meritorio y oportuno. Que luego en una segunda fase se llegue a los colegios, también me parece adecuado. Si conseguimos salvar alguna vida con el aparato, está más que justificada su inversión.
Sería oportuno preparar al profesorado para que sepa utilizarlo en caso necesario. Aunque sea semiautomático es bueno que la gente conozca cómo funciona y lo vea de cerca. Creo que no debería ser voluntaria su implantación sino obligatoria. Como cuando se anclaron al suelo las porterías y canastas en institutos y colegios después de llegar desgracias personales.
Recordemos aquella máxima de «más vale prevenir». Debería ser obligatorio que figure el botiquín de cualquier centro educativo o instalación deportiva.