La muerte del vecino de Berbinzana José Javier Suescun, de 31 años, cuando disputaba hoy la carrera Behobia-San Sebastián, ha dejado “conmocionado” a la localidad navarra, donde el joven estaba “muy integrado” y era muy conocido.
Cada vez se hace más necesaria la presencia de un desfibrilador en eventos deportivos donde haya una gran afluencia de público.
José Javier Suescun, un joven deportista que se cuidaba y que había jugado en el equipo local como futbolista federado hasta hacía dos años, se había desplazado hoy hasta San Sebastián junto a otros dos amigos, uno de ellos su propio primo, con quienes había comenzado la carrera.En un momento dado, al comprobar que los otros dos amigos iban más deprisa, “les ha dicho que se adelantasen, que él iba más tranquilo y no quería forzar”, por lo que ha continuado algo más rezagado la carrera.Según sus informaciones, Suescun ha llegado hasta las inmediaciones de la meta pero allí se ha desvanecido, por lo que ha sido asistido por los equipos de emergencia, que han llegado a trasladarle al hospital, aunque allí se ha confirmado su fallecimiento.Estas circunstancias han causado gran “consternación” en Berbinzana, donde al joven, recién casado, se le conocía como deportista tras haber jugado desde pequeño en el equipo de fútbol local, donde como jugador federado pasaba los controles médicos pertinentes.
Pese a haber dejado el equipo hace “unos dos años”, Suescun seguía “preparándose con tranquilidad, se cuidaba y también estaba pendiente de la alimentación”, y no se conocía que tuviera ningún problema médico, ha indicado el alcalde.
Cuarta muerte desde 2002
La de Suescun es la cuarta muerte que se produce en esta popular carrera desde 2002.
En 2013, una atleta navarra de 30 años, vecina de Zizur Mayor, murió a causa de una parada cardio-respiratoria tras desvanecerse, también cerca de la meta, cuando había corrido casi la totalidad de la prueba. Tres años antes, en 2010, el vizcaíno César E.B., de 40 años sufrió un desvanecimiento antes de llegar el puente del Kursaal, a pocos metros de la meta, y falleció en el hospital central de la prueba tras ser atendido de urgencia. En 2002 el joven Asier Torrente, de 23 años, sufrió un paro cardiaco a pocos metros de la meta y murió cuatro días después en el Hospital Donostia, donde había ingresado en estado de coma.