Los campos de golf son lugares propicios para sufrir un paro cardíaco, según se desprende un estudio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pittsburg. Por eso, muchos clubes se estén planteando la posibilidad de instalar desfibriladores externos en sus instalaciones. Es una práctica muy normal en Estados Unidos, donde ya existe una normativa al respecto.
Según un estudio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pittsburg (Pensilvania), los clubes ocupan el quinto puesto en la lista de lugares en los que es más frecuente sufrir un paro cardíaco en Estados Unidos. Según se afirma en este mismo estudio: ‘Los campos de golf, en su misma naturaleza, suponen un riesgo muy alto para muchos de quienes los utilizan. Normalmente los jugadores acarrean un peso al que no están acostumbrados, pasan largas horas al sol sin la hidratación adecuada, caminan por pendientes acusadas, para colmo, de vez en cuando, ingieren bebidas alcohólicas y fuman algún cigarro ocasional’.
A esta estadística se suman los datos de la Asociación Americana del Corazón, que asegura que la edad media a la que se produce un infarto son los 65 años, edad a la que muchos trabajadores se retiran y empiezan a pasar más horas en sus clubes. Aunque estos estudios no son del todo aplicables a la realidad española, algunas de sus observaciones sí que podrían ser tenidas en cuenta a la hora de prevenir consecuencias fatales en las instalaciones de un club.
De las aproximadamente 100.000 personas que sufren un infarto de miocardio cada año en México, el 30 por ciento fallece antes de llegar al hospital, y cada minuto que pasa disminuye en un 7% las posibilidades de supervivencia. “Diez minutos después las posibilidades son nulas”. Un 80 por ciento de las paradas cardíacas se produce fuera del entorno hospitalario y sólo la cuarta parte de ellas se atienden de manera correcta. Pero si se aplican desfibriladores en menos de 3 minutos desde que se produce la parada cardíaca, la supervivencia aumenta un 73 por ciento, y si se hace en menos de 5 minutos, las posibilidades llegan hasta el 50 por ciento. De ello se deduce que “un gran número de estas personas podrían salvar su vida si tuvieran un desfibrilador cerca, ya que la asistencia inmediata tras la parada es fundamental”.
En la actualidad existen desfibriladores externos con una tecnología muy avanzada que permite su utilización a personas sin formación médica. Los desfibriladores externos son equipos electrónicos previstos de un sistema de análisis del corazón que monitoriza el ritmo cardiaco y, cuando es preciso, liberan un choque eléctrico sin necesidad de que las personas que los utilicen sean expertos cardiólogos. Su manejo es sencillo, ya que únicamente deben ponerse los electrodos adhesivos que lleva el aparato en la persona que ha sufrido un paro cardíaco y seguir las instrucciones.
Instalar estos desfibriladores en lugares públicos, como centros comerciales, aeropuertos o instalaciones deportivas, reduciría en un 30 por ciento las muertes por infarto de miocardio.